

Redacción Bitácoras Políticas | Lechuguillas, Ver. | 25 Jul 2025
En la comunidad costera de Lechuguillas, perteneciente al municipio de Vega de Alatorre, se vive una temporada de desove de tortugas marinas que atrae a visitantes de diversas partes del país. De 9:30 de la noche a 6:00 de la mañana, estos reptiles emergen del mar para depositar entre 100 y 160 huevos cada una, cavando nidos de hasta un metro con diez centímetros de profundidad en la arena.
Este fenómeno natural, que ocurre principalmente en la oscuridad, ha convocado a familias originarias de la Ciudad de México, Xalapa y otros estados, quienes se reúnen para contemplar el proceso de reproducción de estas especies en riesgo. En la zona opera un campamento de conservación en el que participan habitantes y estudiantes voluntarios, como José Manuel Viveros, un adolescente de 13 años que forma parte del grupo GIA de las Tortugas.
A nivel mundial existen más de 300 especies de tortugas, aunque solo siete son marinas, entre ellas la tortuga verde, laúd, lora, caguama y carey. Todas requieren playas adecuadas para completar su ciclo reproductivo, por lo que su preservación depende en gran medida de las condiciones del hábitat costero y de la vigilancia comunitaria frente a amenazas como la depredación de nidos o el saqueo de huevos.
El campamento de Lechuguillas se ha consolidado como un espacio de educación ambiental y protección de la biodiversidad. Allí se capacita a jóvenes para monitorear los nidos, identificar especies y sensibilizar a turistas sobre la importancia de respetar el entorno natural. “Es emocionante ver cómo nacen y regresan al mar, pero también nos toca cuidarlas desde que ponen los huevos”, explicó el joven José Manuel.
La temporada de desove varía según la especie y la ubicación geográfica, pero en las costas veracruzanas suele extenderse durante varios meses, permitiendo una interacción directa entre las comunidades locales, el turismo responsable y los procesos de conservación.
Organismos ambientales recomiendan mantener distancia prudente durante el avistamiento, no usar luces directas y evitar cualquier tipo de intervención no autorizada. El esfuerzo colectivo entre ciudadanía, voluntariado juvenil y autoridades ambientales permite que generaciones futuras puedan seguir presenciando este fenómeno de vida en las costas del Golfo de México.