Colipa, Ver. - En una jornada histórica y tensa, Mario Antonio Chama Díaz ejerció su voto sin escoltas ni discursos, pero con una presencia que no pasó inadvertida /

Redacción Bitácoras Políticas | Colipa, Ver. | 01 Jun 2025

Sin aspavientos, sin comitiva, sin discursos. Mario Antonio Chama Díaz, figura emblemática de la política local, acudió este domingo a votar en el Jardín de Niños María Montessori de Colipa, su tierra natal. Bajo un sol implacable y el ambiente denso de una jornada electoral sin precedentes, el también exalcalde ejerció su derecho ciudadano en un gesto discreto, pero cargado de simbolismo.

El contexto no es menor: Colipa atraviesa uno de los procesos electorales más complejos de su historia reciente, no solo por la elección del próximo alcalde, sino por la inédita votación para jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, derivada de la reforma judicial nacional. En ese escenario, la presencia de Chama Díaz fue interpretada por algunos como una aparición de rutina, por otros como un guiño a su vigencia política.

Más allá del sufragio

Aunque su presencia no estuvo marcada por actos públicos ni declaraciones oficiales, su voto —emitido en silencio, entre saludos breves— se convirtió en una postal significativa de esta jornada. En una comunidad donde las figuras políticas suelen prolongar su influencia más allá del cargo, el simple hecho de ver a Mario Chama cruzar las puertas de una casilla volvió a generar lecturas encontradas: ¿simple ciudadano o actor en pausa?

Colipa, como el resto del país, vivió un día electoral atípico. La participación fue superior a lo previsto, alimentada por el interés en la inédita votación judicial. Para muchos, el acto de votar se revistió de un nuevo significado: elegir no solo a sus autoridades locales, sino también a quienes impartirán justicia en el país. En este clima, la figura de Chama Díaz se colocó nuevamente bajo la mirada pública, aunque él, por ahora, no haya dicho una sola palabra sobre su futuro político.

Quizá por eso su voto, austero y sin palabras, resonó más. Porque en Veracruz —y en México—, los silencios también construyen narrativas. Y Mario Chama lo sabe. Por eso, votó. Y se fue.